BORBONES
MASONES ESPAÑOLES
|
|
|
Enrique de Borbón y Borbón-Dos Sicilias
(1823-1870) fue iniciado el 14 de marzo de 1868 en la logia Henry IV
de París. Pasó a Compañero el 20 de abril y fue exaltado a Maestro
masón el 17 de agosto de 1868 |
|
|
En 1874 el catedrático,
historiador y rector de la Universidad Central de Madrid, Vicente de
la Fuente, afirmó en su conocida y desmesurada obra, Historia de
las sociedades secretas antiguas y modernas y especialmente de la
francmasonería, que el rey Fernando VII había sido iniciado masón
en una logia de Valençay el 16 de julio de 1812 según le comentó el
hijo de un alto personaje de la Corte quien, además, le aseguró que el
documento probatorio fue posteriormente quemado por consejo de Tomás
González, confesor de la reina. Tal afirmación, además de salir de un
escritor poco fiable, no sólo no está apoyada por ningún dato, sino
que se contradice con otras fuentes. Por ejemplo, las Memorias
del marqués de Ayerbe sobre el confinamiento del rey en el castillo de
Valençay dejan bien claro que estaba controlado en todo momento por
los franceses y que algunos intentos de fuga solo sirvieron para
aumentar la vigilancia. Como el ingreso del rey en la masonería
hubiera sido conocido por los franceses, ello solo hubiera servido
para proporcionarles un arma más para desacreditar a “Su Majestad
Católica” ante los españoles. Además, masones de la época tan bien
informados como Alcalá Galiano, nada dicen de un asunto del que podría
haber sacado réditos políticos. Por el contrario, Fernando VII mostró
siempre un tenaz rechazo a las sociedades secretas y singularmente a
la masonería.
De la misma manera, y pese a
que muchos masones la han llegado a considerar una verdad cierta e
indubitada, no hay constancia documental de la condición masónica del
menor de los hijos de Carlos IV y María Luisa de Parma, Francisco de
Paula de Borbón y Borbón-Parma (1794-1865), hermano del rey Fernando
VII. Durante su adolescencia en Roma, y tras ser destinado a hacer
carrera eclesiástica, Francisco recibió las órdenes menores y llegó a
vestir diariamente los hábitos. Aunque el propio Papa le ofreció la
dignidad cardenalicia, el Infante finalmente la rechazó y optó, en
cambio, por dedicarse a la vida militar como capitán general de los
ejércitos españoles. En el transcurso de sus viajes por Europa a
partir de 1817, tuvo información de la masonería, pero no consta que
fuera iniciado en logia alguna. Por el contrario, escribió a Fernando
VII en los siguientes términos: “Se ha descubierto una conspiración de
bonapartistas para atacar el ayuntamiento de Lyon; que entre los que
han preso han encontrado a uno que tenía papeles de dos logias de los
malditos francmasones de España. Ya ves, Fernando mío, cómo te lo
cuento todo”. La historiografía decimonónica levantó el mito de la
cualidad masónica de Francisco de Paula, al cual se le llegó a
atribuir la condición de Gran Maestro del Gran Oriente de España en
1839 y de Gran Maestro del Gran Oriente Hispánico y Soberano Gran
Comendador del Supremo Consejo del grado 33 de España desde 1844 a
1848. Por esas fechas el carlista José Arias Teijeiro y Correa
(1780-1867) se hizo eco de estos rumores al escribir que “también se
dijo si don Francisco es masón, pero yo no lo creo, y si lo es, sería
por fuerza y contra sus sentimientos”. Incluso un historiador
antimasón como Vicente de la Fuente afirmó que un masón le había
confesado que hacia 1849 ó 1850 la logia “La Constancia” de Madrid
pidió a su antiguo afiliado, el Infante Francisco de Paula, que
despertara, a lo que éste contestó en lenguaje masónico que
deseaba seguir como hermano durmiente para no meterse en
problemas. A esta interesada adscripción masónica pudo contribuir el
talante conciliador que, según lenguas, mantuvo el Infante durante la
reunión del Consejo de Estado de febrero de 1820, en la que, en
presencia del Rey, se abordó el pronunciamiento constitucional de
Riego, Quiroga y otros militares. Allí se adhirió Francisco a la
propuesta de convocar Cortes y aprobar “la amnistía general, echando
un velo a todo lo pasado, reconciliando los espíritus y evitando que
estas gentes desterradas de su patria y abandonadas a la desconfianza
y desesperación conspiren contra los intereses del Rey y de su misma
nación, valiéndose de escritos y de otros medios contrarios al buen
crédito del gobierno, bajo cuya vigilancia convendrá que vivan estos
emigrados dentro de la misma nación”. Mas lo cierto es que, con el fin
de ganar tiempo, lo que realmente perseguía entonces el Infante era la
convocatoria de Cortes por estamentos conforme al sistema del Antiguo
Régimen, y no por elecciones, como preceptuaba la Constitución de
1812. De hecho, ya en julio de 1821, dirigió las fuerzas realistas
para derrocar al gobierno liberal y en 1823, concluido el Trienio
y restaurado el Régimen Absolutista, ¡contribuyó con su voto a que
el Consejo de Estado rechazara la amnistía a los políticos liberales!
Bien es verdad que, luego, ante la rebelión de su hermano Carlos,
autoproclamado rey, secundó la causa liberal de la reina regente,
aunque no dejó de conspirar. Es ya en estas fechas cuando intervino en
diversas tramas palaciegas y fue invitado en varias ocasiones a
abandonar la corte o incluso el reino. Si efectivamente fuera cierto
este “secreto de familia”, el ingresó en la orden de Francisco de
Borbón (“Hermano Dracón”) hubo de llevarse a cabo durante su “exilio”
francés o en los primeros años de la minoridad de Isabel II. Ello
explicaría que su hijo Enrique y varios de sus nietos fueran masones.
Pero todo esto no deja de ser una hipótesis.
Del matrimonio del Infante
Francisco con una princesa napolitana, Luisa Carlota de Borbón-Dos
Sicilias, hija del rey Francisco I, nacieron, entre otros, Francisco
de Asís de Borbón (1822–1902), II duque de Cádiz y rey consorte de
España tras su boda con su prima Isabel II; y Enrique de Borbón
(1823–1870), I duque de Sevilla. Pues bien, del mismo modo que cabe
negar la adscripción masónica de Francisco de Paula de Borbón, sí
puede, al menos, afirmarse la de su hijo Enrique y, también, la de
varios de sus nietos; Pedro de Borbón y Borbón Braganza (1862-1892), I
duque de Durcal; María Cristina Gurowski de Borbón, vizcondesa de
Trancoso, y María Olvido de Borbón y Castellví.
Según consta en la Biblioteca
Nacional de Francia (Fondo Masónico, 2-622), Enrique de Borbón fue
iniciado el 14 de marzo de 1868, en la logia “Henry IV” de París. Pasó
al grado de compañero el 20 de abril y fue exaltado al grado de
maestro masón el 17 de agosto de aquel mismo año. Se conserva una
“plancha” (escrito leído en logia) en la que él mismo comenta los
sentimientos que albergó durante la ceremonia de su iniciación. Desde
el punto de vista político, sus ideas progresistas y sus críticas al
gobierno de su prima y cuñada Isabel II, le acarrearon el exilio en
varias ocasiones. Destronada la Reina, el duque de Sevilla se erigió
como uno de los pretendientes al trono de España, fin al que se dedicó
con denuedo y ello hasta el extremo de publicar entre 1869 y 1870
varios artículos contra otro de los candidatos al solio, Antonio de
Orleáns, duque de Montpensier. Los acontecimientos se sucedieron
inevitablemente hasta la tragedia. Montpensier le retó a duelo a
pistola que fue llevado a cabo el 12 de marzo de 1870. El desafío
concluyó con la novelesca muerte de don Enrique, aunque también con
las aspiraciones del capitán general, duque de Montpensier, a ser
elegido rey de España por las Cortes dada su condición de homicida y
condenado el 12 de abril por un Consejo de Guerra a la pena de un mes
de destierro fuera de Madrid y a indemnizar con 30.000 pesetas a la
familia del finado. Los periódicos La República Ibérica o La
Epoca informaron que el entierro del Infante don Enrique estuvo
acompañado por sus hermanos masones, algunos de ellos con sus
mandiles y espadas, y que su cadáver “fue embalsamado, vestido con
uniforme de general de la Armada y colocado en la cama funeraria de
una sacramental. A la cabecera se veía el escudo de armas de la Casa
Real; sobre la caja el sombrero, la espada, la faja de general, y
además una banda con ciertos signos masónicos bordados de seda y oro,
destacándose entre todos los signos el número 33, que representa el
grado que el difunto tenía en la masonería. La tapa tenía en el centro
un crucifijo de bronce”.
Entre los masones de la familia
borbónica española, ya hemos tenido ocasión de citar a la vizcondesa
de Trancoso, la cual, en nombre de la masonería femenina de Adopción,
desempeñó un papel relevante durante los festejos masónicos del
centenario del descubrimiento de América celebrados en 1892 bajo el
mallete del Gran Maestro del Gran Oriente de España, Miguel Morayta.
En efecto, María Cristina Gurowski de Borbón (1869-1801), vizcondesa
de Trancoso, y presidenta de la masónica cámara de Adopción, era hija
de un aristócrata polaco, Ignacy Wenzel Gurowski, conde Gurowski,
duque de Possen y señor de Allendorf, y de Isabel Fernanda de Borbón,
hija, a su vez del Infante Francisco de Paula y de Luisa Carlota de
Borbón-Dos Sicilias.
Otra masona de la rama Borbón
española fue María Olvido de Borbón y Castellví (1858-1907), hija de
Enrique de Borbón y de Elena María Castellví y Shelly. Era, por tanto,
nieta de Francisco de Paula de Borbón, biznieta de Carlos IV y prima
de Alfonso XII. Tal y como anunció Rosario Acuña en una revista
masónica, María Olvido entró en la masonería de adopción de la mano
del vizconde de Ros. En efecto, tras las gestiones realizadas en 1888
para la unificación del Gran Oriente Nacional de España, presidido por
el vizconde de Ros, y del Gran Oriente de España, liderado por el
catedrático de Historia de la Universidad Central, Miguel Morayta, se
acordó facilitar a las mujeres el ingreso en la Orden. Por ello, se
invió a doña María Olvido a ingresar en la Orden y a ser Protectora de
la Masonería de Adopción. Resultaba evidente que en su elección había
pesado la condición masónica de su padre, Don Enrique. Tras haber sido
iniciada en 1888 en la logia “Amantes del Progreso” de Madrid, aceptó
ser Protectora de la masonería de Adopción, siendo felicitada por
diversas logias. Así, en la ficha masónica que las autoridades
franquistas abrieron a su nombre (Archivo de Salamanca, expediente 45,
legajo 302) consta la carta que la logia “Creación” n.º 3 de
Barcelona, dependiente de la Gran Logia Simbólica Regional Catalana,
le remitió para manifestarle: “Muy Respetable Hermana. Esta respetable
cámara en sesión celebrada el día 8 del corriente mes [mayo de 1888],
acordó por unanimidad felicitaros con la mayor efusión por haberos
dignado aceptar el alto cargo de Protectora de la Masonería de
Adopción no dudando que hallaremos en vos la firme columna de que hoy
necesitamos para llegar en época no lejana al logro de nuestros deseos
que no son otros que los prescritos en nuestra Institución”. La
iniciación masónica de María del Olvido de Borbón no pasó inadvertida
a la prensa conservadora. Causó cierto revuelo y ello porque se vio en
tal reclutamiento una maniobra de la masonería para llegar hasta la
mismísima Reina Regente. Haciéndose eco de la noticia, el diario Le
Figaro de Paris llegó a aclarar que, aunque la prensa católica
francesa, recogiendo opiniones de algunos diarios españoles, informaba
de la aceptación por parte de la Reina Regente del grado 33, a
instancias de María del Olvido, Rosario de Acuña y otras damas
masonas, lo cierto era que “ninguna persona inteligente ha podido dar
crédito de buena fe a una patraña de tal índole, tratándose de la
católica Princesa que custodia el Trono de San Fernando, en que
felizmente se sienta D. Alfonso XIII; pero no por eso nos parece menos
grave que con toda impunidad se puedan propalar en España especies
que, además de ofender los sentimientos religiosos de la Reina,
indudablemente llevan el dañado propósito de indisponer con el Trono
constitucional a la gran masa de españoles que no ven en el masonismo
sino una asociación condenada por el Papa”. María Olvido contrajo
matrimonio en 1888 con el teniente de caballería del escuadrón de la
escolta real Carlos Fernández-Maquieira, de la familia de los condes
de Santa Coloma, que falleció en 1897 en Filipinas.
Por último, nos referiremos a
otro Borbón masón que, aunque pertenecía a la rama napolitana, formó
parte de la masonería española. Se trata de su Alteza Real Felipe Luis
de Borbón y de Braganza, príncipe de las Dos Sicilias, nacido en
Nápoles el 12 de agosto de 1847 y fallecido en París el 9 de julio de
1922. Era hijo del príncipe don Luigi Carlo de las Dos Sicilias, conde
de Aquila (hermano de la Reina Gobernadora), y de Jenara de Braganza,
princesa imperial del Brasil. Nuestro personaje casó en Londres el 23
de septiembre de 1882 con doña Flora Boonen, nacida en Figueras el 25
de julio de 1847 y fallecida en el castillo de Guran (Francia) el 22
de octubre de 1912 sin tener descendencia. Pues bien, sabemos que se
inició en masonería y alcanzó el más alto grado en el régimen escocés
antiguo y aceptado dado que en el Archivo masónico de Salamanca se
conserva un Diploma expedido por el Gran Maestro del Gran Oriente y
Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo del Grado 33, Miguel
Morayta, por el que el 2 de mayo de 1895 se nombraba al masón del
grado 33, el príncipe Felipe de Borbón y de Braganza, miembro de la
Gran cámara Consultiva del Consejo del Grado 33. Durante sus andanzas
militares, en 1890 Felipe de Borbón y Braganza y Julio Cervera Baviera
fundaron una Gran Logia en Marruecos que llegó a agrupar a 12 logias
de perfil eminentemente militar. Julio Cervera fue elegido Gran
Maestre y Gran Comendador del Supremo Consejo del grado 33. Sin
embargo, a los pocos meses, la nueva Obediencia entró en crisis y
negoció su integración en el Gran Oriente Español.
Extractado de: Javier Alvarado
Planas, Masones en la nobleza de España, Madrid, 2016, pp.
281-290.
|